El crucero de la iglesia de San José aparece exornado con cuatro retablos, unos más discretos y otros más efectistas, ya que dos de ellos, los del eje horizontal de los brazos del crucero, comparten la pobreza de materiales, pues en ellos se emplea el yeso si bien es cierto que los efectos que se consiguen son maravillosos. Los otros dos retablos ya son tallados en madera.
Cabe reseñar el retablo de yeso policromado que acoge la talla de Ntro. Padre Jesús de la Caída, del que tampoco se tienen noticias aunque conviene detenerse en el por la aportación a la plasticidad y al efectismo barroco, dado de entrada por su material (el yeso) y por su configuración, pues presenta de forma simétrica, en torno a la hornacina central, columnas y semicolumnas adosadas de orden corintio sobre las que cabalga un entablamento completo articulado por un arquitrabe que sigue las líneas de entrantes y salientes de lo ya usual en esta iglesia, un friso adornado con motivos clasicistas ( lo que sitúa a la ejecución de este retablo hacia los años centrales del siglo XVIII, cuando se recuperan los repertorios clásicos) de lazos, guirnaldas y festones; sobe él, el denteado que da paso a la cornisa, viéndose completado este retablo por un ático que encierra una pintura que representa a San José y a Cristo niño, entre pilastras adosadas asimismo de orden corintio, que soportan otro entablamento completo y que están adornadas por una pareja de jarrones y otra pareja de flameros.
Toda la superficie está enteramente decorada al fresco, es decir, aplicada la policromía directamente sobre el yeso, consiguiendo unos verdaderos efectos de mármol aunque en realidad se trate de un material pobre.
La iglesia de San José y su patrimonio
Alejandro Cañestro Donoso