Con las últimas embestidas del invierno, el aire comienza a embriagarse, lentamente, de los recién nacidos aromas de la primavera, aquellos que, poco después, finalizarán en la extraordinaria explosión de colores y formas que esta estación depara, y con ellas, cargada de esperanza y trabajo tras el periodo cuaresmal, Nuestra Semana Grande.

Esta Semana que no es una más de las del calendario, no, sino la más querida y esperada por todos los que, en nuestro interior, albergamos un sentimiento de devoción y respeto hacia la persona que dio su Vida por salvar la nuestra, Jesús de Nazaret.

Y si dentro de estos siete días de pasión y gloria debemos de destacar alguno, por su especial significación para esta Cofradía, este es, sin duda, el Martes Santo, el Día de “La Caída”, cuando nuestros Sagrados Titulares son paseados por las calles de Elche para que nuestro pueblo pueda, una vez más, contemplar al Caído y a su Madre del Rosario desplegando su abrazo de amor y esperanza.

Como cada año, esta fecha tan señalada se acerca, inexorablemente, revolucionando por completo a todos los cofrades que, con los lógicos nervios y la alegría desmedida que la ocasión merece, ponen todo su esfuerzo e ilusión en la preparación del Acto de Culto por excelencia de nuestra Cofradía, aquel que se inicia al romper la Noche que transcurre entre el Lunes y el Martes de la Semana de Pasión, aquel en el que, en el silencio de la misma, a la luz de los cirios y el perfumado ambiente del incienso, escuchemos el ansiado… “Señores, ya es Martes Santo”.

Feliz Estación de Penitencia a todos.