Muchos lo han intentado, pero muy pocos son capaces de tocar la fibra sensible de las personas solo con la fuerza de sus palabras. Y el coordinador general de Cultura en el Ayuntamiento de Elche, Pablo Ruz, es uno de los escasos afortunados que pueden presumir de ello. Porque él, con esa pasión y fervor que siempre le ha caracterizado, nos hizo llorar de emoción al escuchar el magnífico pregón con el que nos deleitó durante la Exaltación del 150 Aniversario Fundacional de La Caída.

Un acto que marca el inicio de un año único e irrepetible en la historia de nuestra hermandad, y que ya cuenta con uno de esos momentos para el recuerdo que todo cofrade debería guardar como un auténtico tesoro. Porque solo así se puede describir y entender lo dicho por Pablo Ruz, que superó y con creces las expectativas que la Hermandad había depositado en él. ¡Pero cómo no hacerlo! Si cada una de las palabras que brotaron de sus labios alcanzaron lo más hondo de nuestro corazón.

Algo a lo que ayudó también esa atmósfera mística que se creó a su alrededor, gracias al cuarteto de cuerda que acompañó en todo momento a Pablo Ruz, mientras de fondo contemplábamos una sucesión de instantáneas de nuestras Sagradas Imágenes Titulares, que por momentos parecía confirmaban también con su rostro las hermosas palabras del pregonero.

Olor a incienso en un ambiente de penumbra, música de capilla y cerca de un centenar de corazones latiendo al unísono. ¡Irrepetible! “Pues no hay cuesta que más cueste que Santa Ana, ni caída más caída que la de Dios hacia el Calvario. Pues no hay vida ni futuro, ni consuelo sin tu rostro. Ni hay llanto ni dolor, ni angustia ni pesares… en tus manos, ¡Nazareno de la vida y la esperanza!” Repitió una y otra vez el pregonero, que instó a todos los cofrades a participar de un momento tan especial como es la celebración de un 150 Aniversario.

Pero lo hizo con arte, con esa gracia divina que le ha sido concedida, y que siempre ha estado encantado de compartir con el pueblo que tanto ama: Elche. Porque esta efeméride no solo conmemora 150 años de una cofradía en particular, que a fin de cuentas es lo de menos; sino que celebra la pasión y fervor de una ciudad que desde siempre se ha volcado con su Cristo Caído, al que cada Martes Santo reza con la esperanza de compartir el sueño de los bienaventurados.

“Caído del Llano del Pla; Caído en el paso que es el paso mismo de la historia; caído en la noche del Martes Santo para levantar nuestras noches mismas; caído en la tierra para santificar la tierra…. ¡Caído en Santa Ana, Señor de la Caída!” Y no solo Él. Porque Pablo Ruz también dedicó unas hermosas palabras a la Santísima Virgen del Rosario. Su madre, pero también la de todos nosotros. La que como nuestras madres terrenales, siempre está ahí para secarnos las lágrimas; la que nos ofrece palabras de consuelo, y la que también sufre y siente nuestros propios padecimientos.

“Ella, bajo su palio de granas y de oros, de flecos camarañeros y candelerías exquisitas. Ella, de tez limpia, nacarada, de ojos dibujados de esperanza y de sienes esbozadas con rumores de oraciones. Ella, coronada de oro, de gloria y majestad pero también de dolor, de escarnios y desprecios… Ella, la reina de nuestras vidas. Ella, la Madre del verbo eterno. Ella, la soberana de nuestras almas, de nuestros pasos, de nuestras miradas y de nuestras caídas”.

Y con la misma pasión y arte con la que dio inicio a su pregón, Pablo Ruz concluyó el mismo invitando a todos los ilicitanos a volcarse en los actos del 150 Aniversario de La Caída. “¡A Santa Ana, ilicitanos! ¡A la Gloria del Martes Santo! ¡A redimir por Elche con Dios Caído! ¡A vivir con la Reina del Rosario la pasión salvadora de Jesús, Divino Redentor!” Porque esto es historia. Historia viva de un acontecimiento único para la vida de cualquier hermano de La Caída.

Algo que recordó nuestro Hermano Mayor, Tomás Ruiz Godoy, que no pudo contener sus lágrimas de emoción al mostrar su agradecimiento a todos aquellos que han contribuido a que la cofradía y hermandad de La Caída sea lo que es hoy en día. Los que han hecho que cada Martes Santo, miles de ilicitanos salgan a la calle para ver a su Señor Caído, seguido por su santa madre, María Santísima del Rosario. Y esta supone la oportunidad perfecta para que NOSOTROS también contribuyamos a forjar un sólido futuro para la Hermandad de La Caída. ¡Por otros 150 Años!

Autor: Alberto Pastor